Lugar: Restaurante El Molino del Conde
Dirección: Carretera Algeciras – Ronda Km 43 – Castellar de la Frontera – Cádiz
Teléfono: 679 587 389
En algunas ocasiones en la búsqueda de restaurantes nuevos para recomendar en la web nos encontramos con todo lo contrario. Este el caso de este restaurante, un lugar del que tenía mucha curiosidad por conocer y que me ha decepcionando muchísimo, siendo uno de los peores restaurantes que he visitado en los últimos años.
Se encuentra situado en un bonito entorno. Nos lo encontramos a la izquierda de la carretera que conduce a Castellar de la Frontera. Tiene un parking amplio. Como su nombre indica se trata de un antiguo molino.
Al entrar en el establecimiento nos encontramos con una barra de frente. A la derecha, una terraza en la que nos dicen que suele haber bastante ruido por lo que si queremos tranquilidad nos recomienda ir dentro del salón. El salón tiene una capacidad para unas 40 personas. El primer punto negro de la velada ocurre cuando una vez sentados, nos tenemos que levantar porque supuestamente está reservada. Evidentemente se trata de una negligencia profesional ya que si está el salón totalmente vacío y no acompañas al cliente a una determinada mesa, yo me siento donde pienso que estaré más cómodo y si me haces levantarme ya empezamos mal. El segundo punto negro lo encontramos en la mesa que te dan, pequeña, incomoda y con vistas a todas las miserias del restaurante y sus telas de araña incluídas. En la foto de más abajo se puede observar la vista.
Entrando en la parte más importante, la carta la describen como una mezcla de lo tradicional con lo vanguardista. Tras probar algunos de los platos, yo lo describiría más bien como una mezcla entre lo rácano y lo experimental.
Pasamos directamente a los primeros platos ya que no traen aperitivo aunque si que lo cobran.
Entre los entrantes, el Micuit casero, con chutney de mango y jengibre, reducción de Pedro Ximenez y kikos, que no me gustó demasiado y el queso de los Balanchares al horno, guacamole y crema de membrillo, muy escaso y bastante bueno en su fusión con el membrillo pero muy desafortunada la mezcla con el guacamole.
Entre los platos principales, el magret de pato con platano caramelizado y salsa de vino tinto aromatizada con canela, correcto de cantidad y bien de sabor aunque nada especial y la Pluma en costra de pimientas, muy dura la carne y muy mal de sabor.
La carta de vinos es correcta con precios de mercado aunque con un servicio del vino terrible en el que tardaron más de 10 minutos en traer lo que habíamos pedido y no te dan a probar.
Lo de los postres firma el colofón a la mala línea que ya se llevaba. La sopa fría de chocolate blanco con frutos del bosque no está mal pero la ración de Brownie de chocolate es la ración más ínfima que he visto presentar en un plato, que teniendo en cuenta su precio de 7 Euros roza lo grotesco.
El servicio en general es malo aunque las camareras que te traen y te retiran los platos mejoran un poco lo anterior.
El precio está en torno a los 100 Euros por pareja con vino y postre que es sin duda una relación de calidad/precio de las peores que recuerdo.
En definitiva, un restaurante que juega a lo que no sabe. Evidentemente mi recomendación es no ir y si estáis por la zona, visitad otros restaurantes como El Guadarnés o el Guardagujas.
Valoración – 3/10
Hace años el restaurante estaba bien con especialidades en carnes de la zona que estban bien pero supongo que cambió de dueños porque las últimas veces que fui había disminuido el nivel en todos los aspectos.
Una pena pero desgraciadamente es algo frecuente en restaurantes que se dejan caer.
Nosotros fuimos a este lugar al convite de una boda de unos amigos nuestros y fue un desastre. El sitio en sí no está mal pero fue una desorganización terrible y el menú distaba mucho de lo que habían acordado.
No iría a comer allí por particular ni regalado.